La mayoría de nosotros vivimos en ciudades y pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. El contacto con la naturaleza urbana, tanto verde como azul, puede mitigar trastornos psicológicos, restablecer las funciones cognitivas, regular las emociones y mejorar la calidad de nuestras relaciones. Disminuye el estrés y evita los pensamientos rumiantes, dando espacio a la creatividad. Las pequeñas experiencias cotidianas en la naturaleza, sobre todo de proximidad, marcan una verdadera diferencia. El verano es perfecto para redescubrir el aire libre en nuestra ciudad y establecer hábitos que nos beneficiarán todo el año.